domingo, 15 de noviembre de 2015

2. Civitavecchia – Igoumenitsa

El barco llegó con una hora de retraso y llegamos a Civitavecchia a las siete de la tarde, no nos queda mucho de sol para encontrar un sitio para dormir, y salimos lo más rápido posible del puerto pero nada más salir, aich! Atasco del copón, gran caravana que nos comemos, nos armamos de paciencia y salimos como podemos dirección al sur, dormiremos lo más cerca que podamos de Nápoles pero la noche se nos echa encima.

Os parecerá increíble pero estuvimos casi dos horas buscando camping, y todos nos decían que en un kilómetro y medio había uno, no puede ser, casi nos vuelven locos, ¿qué extraña estrategía para volvernos locos es esa? Más de siete u ocho veces nos paramos a preguntar y siempre era “dentro de ná, en un kilómetro o así lo veis a la derecha” imposible, “Manuel, ¿nos estamos volviendo más imbéciles? o ésta gente nos está volviendo locos...” Por fin encontramos uno, por fin! Y justo cuando vamos a entrar, escuchamos unos pitos de un coche, eran una pareja a la que acabamos de preguntar que nos dicen que lo siguiéramos que nos van a llegar a otro mejor. Manuel por el intercomunicador no paraba de reírse y Javi aún no se lo creía, “Manuel: ¿quieren decir que después de dos horas buscando, por fin encontramos uno y que nos cambian a otro?” pues así fué, menos mal que nos llevaron muy amablemente hasta la misma puerta del segundo camping, y nos explicaron que dicho camping era mejor, ahora quedaba la segunda parte, montar la tienda a oscuras.

Nuestro Camping en Anzio
No fue tarea fácil, al menos para Javi, que en un alarde de previsión, compró la tienda nueva y ni siquiera la había abierto para ver como se montaba, nos costó un buen rato entendernos con ella, a oscuras y con solo la luz de nuestros frontales, tras un buen rato pudimos montar esa maraña de vientos, varillas y telas. Eah! Misión cumplida, ahora a cenar, lo que no esperábamos es que hubiera cine en el camping, y menos que estuviéramos cenando y viendo una película al estilo Pajares y Esteso pero en versión italiana. Somos expertos en encontrarnos situaciones absurdas y ésta fue una de ellas.

Playa camino se Sorrento
Durante el desayuno surgió la duda, nos vamos del tirón a Bari o vamos a Sorrento, que nos lo había aconsejado visitar nuestro amigo David Reche. Ese tipo de decisiones hay que tomarlas con raciocinio y valorando mucho las diferentes posibilidades y opciones, por eso mismo, como todas las cuestiones importantes la echamos a cara o cruz, y el destino quiso que fuera Sorrento, pues nada, allá vamos!

No nos equivocamos, la carretera de la costa cruzando los pueblos entre acantilados es impresionante, y lo mejor de todo fue una playa que nos encontramos de camino. Entre Conca dei Marini y Praiano. Manuel hace gestos para que paremos y comenta. “Quillo, has visto la playa que acabamos de pasar?, vamos a dar la vuelta que es espectacular”, venga va, dice Javi. Una vez allí dudamos entre bajar o no, puesto que si parábamos se nos haría de noche de nuevo, pero que demonios! No todos los días pasamos por un sitio así. “Vamos a bajar que no tendremos muchas oportunidades de bañarnos aquí otra vez” dice Javi, pues “venga vamonos y nos pegamos el baño”. Que acierto, una maravilla de playa, aún pensamos en quedarnos allí a pasar la noche, pero es que como empecemos así, tardamos dos meses en llegar a Estambul. El baño nos cargó las pilas, nos quitó el cansancio que llevábamos de todo el día, nos dejó el cuerpo fresquito y encima cuando volvimos ya no había tráfico, sin duda otro gran acierto, ya llegaremos a Sorrento.

Manuel con las cervezas
'medianas'
Llegamos al anochecer y tras arduas negociaciones dejamos que nos rebajasen más de 40 euros la habitación, hay que tener en cuenta que es pleno Julio y Sorrento es un destino de vacaciones. Aún así nos la dejaron a muy buen precio y encima mientras esperábamos la habitación nos invitaron a dos cervezas 'medianas', ¿Como serán las grandes?

Por la mañana nos volvemos a poner en marcha una pequeña vuelta por el pueblo y dirección Bari, que tenemos que comprar los billetes para Igoumenitsa en Grecia. Al llegar buscamos el puerto donde sale el ferry, este lo compramos allí mismo tras esperar una buena cola, pero por suerte hemos llegado con un par de horas de antelación.

El ferry llega a las 5:45 de la mañana a Grecia, en este no tenemos habitación, por lo cual tal como entramos buscamos un sitio para dejar las cosas y pensando en podernos dormir por la noche, nada más lejos de la realidad, allí es imposible dormir, entre adolescentes haciendo botellón y gente roncando sin límite de volumen, era literalmente imposible, no pegamos ojo en toda la noche, ni nosotros ni los que estaban en el salón, excepto los roncadores profesionales, claro.

Intentando 'pegar ojo' en el ferry
Cuando estamos llegando al destino vemos que justo hacía donde vamos hay una gran tormenta, me parece que esta vez nos va a tocar mojarnos. Bastante puntuales, sobre las 5:45 horas vamos saliendo del ferry, ya estamos en territorio griego, eso sí, estrenamos país lloviendo, nada más salir del barco paramos en la estación y nos ponemos la ropa de lluvia, hoy nos toca conducir temprano, sin dormir y con lluvia, pero eso lo contaremos en la siguiente entrega.




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