Amanece en Gelibolu y aún seguimos
dormidos, al poco tiempo nos levantamos y vamos raudos y veloces en
busca de una fotocopiadora a color para terminar con los papeles, la
búsqueda nos sirve de paseo por el centro y pronto nos vemos
rodeados de numerosas y variopintas tiendas, en todos sus modelos,
tamaños, olores y sabores.
-Vamooooos!!! que se nos va 'el coco'
con tanto paseo matutino y hemos de enfrentarnos a lo inevitable,
salir de Turquía.
El trámite fronterizo lo pasamos a
buen ritmo y sin mayores contratiempos, toca jornada cansina de
autopista para avanzar lo más que podamos, después de un buen
trecho, a la altura de Tesalónica decidimos que la autopista se
acabó (que da una morriña gorda y andamos en cada parada dando
cabezazos por los merenderos) y tras una hora de carreteras
secundarias vemos que el paisaje va cambiando y es más boscoso,
además va atardeciendo, es hora de parar.
La casualidad nos hizo parar en Edessa,
un pueblo famoso por tener la catarata más grande de Grecia (claro
que de ésto nosotros ni 'papa' al aterrizar)
Encontramos un hotel que en los años
60 en Edessa seguramente que partiría la pana, pero que hasta el día
de hoy, sigue igualito igualito que el día de su inauguración (mención a parte el ascensor). Dejamos las motos en un garaje hecho a
medida para nuestras andanzas y salimos a picar algo, pronto nos da
un bofetón en la cara el cambio cultural, ¿gente por las calles?,
¿comiendo, tomando cerveza?, ¿esto es muy raro, no? Y como somos
personas de bien, no nos quedó otra que abrazar la cultura veraniega
en su esplendor y sentárnos a tomarnos unas buenas tapas con dos
grandes cervezas. Ah! Y de proste unos mojitos (con jamón york y queso
para acompañar, flipamos en colores).
Por la mañana vamos a visitar la
famosa cascada de Edessa, un salto de agua enorme ahí al final de la
alameda del pueblo, mola! Ya está bien de tanto turismo que nos
entretenemos con cualquier cosa y nos disponemos a salir.
De camino vemos que estamos cerca de
Macedonia y decidimos entrar a ver 'como va eso' de Macedonia. Lo
vimos rápido y de pasada, pero lo que vimos nos dejó alucinados,
grandes montañas con una intensa vegetación. Estamos cansados y locos por meternos
algo entre pecho y espalda, de casualidad vemos un cartel en medio de
la nada y decidimos entrar por una pista de tierra que se alejaba de
la carretera. Nuestra sorpresa al ver el restaurante fue mayúscula,
casi hiperbólica. A comer truchas se ha dicho.
Homenajeándonos truchilmente |
Con la barriga 'como un mapache
jubilao' vamos dirección Albania, esta noche queremos dormir en
Tirana, que tampoco tenemos grandes datos sobre ella.
Vistas de la carretera de montaña llegando a Tirana |
Decidimos desechar la autopista y coger
la carrertera que atraviesa las montañas, vaya espectáculo!!! todo
lo que nos maravilló el camino nos decepcionó la capital, tiene ese
encanto de cutre, pero sin el encanto. Llegamos asados vuelta y
vuelta y no tuvimos la suficiente entereza para que la recepcionista
del hotel nos bajara el precio, lo único que conseguimos es que nos dejara el
parking gratis después de una negociación dispar (ella estaba
fresquita).
Salimos a dar una vuelta por el centro
de Tirana para confirmar la primera impresión y tras unas cervezas
nos vamos arrastrándonos hacía el hotel, ha sido un día extraño;
desayunamos en Grecia, comímos en Macedonia y cenamos en Albania.
Parece que vamos a buen ritmo.
Ahora toca Montenegro, pero eso y
muchas más cosas la contaremos en sucesivas entregas
Hasta
entonces nos podeis seguir en Facebook en
www.facebook.com/DestinoMarmara
No hay comentarios:
Publicar un comentario