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Arriba del Monte Olimpo |
Llegando al Monte Olimpo |
Después de dos horas de salir de Meteora nos paramos para tomar café en una venta en la que, por el estado del sitio y la expectación de la dueña, no tenían que parar mucha gente, por allí. Manuel tuvo el acierto de pedirse un refresco, pero Javi se vino arriba y pidió un café griego, craso error, todavía nos reímos cada vez que nos acordamos de aquel café y de la señora que nos lo puso, mientras nos lo tomábamos no nos quitaban el ojo de encima, ni la dueña ni sus dos pequeños que estaban por el bar pululando, el sitio era realmente bonito, con nidos de golondrinas en el techo, pequeños gatos correteando, un jardín, que sin duda vivió tiempos mejores, y gran lago a su derecha. Le preguntamos cual era el mejor sitio para coger y cual fue nuestra sorpresa que nos cogía de camino el monte Olimpo, ¿en serio? Eso no nos lo podemos perder.
Camino del monte Olimpo fuimos sin
pensárnoslo dos veces, aunque una vez más si íbamos se nos echaría
la noche encima. Llegando al monte Olimpo Zeus nos recibió con un
buen chaparrón a ver si nos achantábamos, pero nada, nosotros
estábamos empecinados en subir y eso hicimos. Cuando llegamos
arriba, después de innumerables curvas de herradura y variopintos
animalejos cortando la carretera, nos encontramos un control militar. Javi en su perfecto inglés de Birminghan, le explicaba al
militar que guardaba la entrada que si había salida por otro sitio o
teníamos que volver por donde habíamos venido. Llamó a su superior
puesto que el militar griego hablaba menos inglés que Javi y éste
nos explicó que 'nanai', que eso estaba cerrado, que podíamos
visitarlo el lunes y que incluso nos podíamos quedar allí a dormir,
pero que hoy no había nada que hacer, una auténtica lástima, nos
tuvimos que volver con las manos vacías, pero con la experiencia de
haber estado bien cerquita de los antiguos dioses griegos.
Con tanta visita se nos hizo de noche
para variar, una vez más nos saltamos la regla que nos habíamos impuesto al salir, no conducir bajo ningún concepto de noche,
nada más lejos de la realidad.
Finalmente no llegamos a Tesalónica,
llevábamos todo el día en la moto y la noche anterior ni habíamos
dormido, así que paramos bastante cerca, en un pueblo costero
llamado Paralia. Encontramos tras preguntar varias veces un hotel muy
barato y con muy buena pinta, y cerca la de zona de bares y el paseo
marítimo, Zeus al final nos dió suerte, si es que es buena gente el
'chavá'.
La cola en la frontera, casi ná |
De Paralia, no nos quedaba otra que
tirar millas hacía Estambul, ésta vez intentaremos llegar a una
buena hora, y además nos toca paso fronterizo que nunca se sabe la
cola que vas a tener que esperar. Una buena cola que nos comimos, las colas no están hechas para las motos, así que, como quien no quiere la cosa nos fuimos colando entre los coches, al final en poco más de media hora y
tras pagar una visa de 25 euros, estábamos en territorio turco. Sólo
nos quedan unos 300 kilómetros hasta Estambul.
En la primera gasolinera que paramos ya
nos dimos cuenta que siempre nos pasa lo mismo, se nos olvidó
cambiar dinero, menos mal que el dinero de plástico está a la orden
del día y pudimos alimentarnos nosotros y nuestras secas motos.
A las nueve y pico de la noche,
entrábamos en Estambul, sí, otra vez se nos hizo de noche, al final
creo que llevamos más días llegando de noche que al atardecer, como
en un principio quedamos, pero es nuestro sino, las normas están
para saltárselas y eso lo aprendimos tal como entramos en Turquía,
ya fuimos viendo que los turcos no hacen mucho caso a las señales de
tráfico, ni a carriles, ni a velocidades, así que como donde fueres
haz lo que vieres, vamos, implantamos lo que llamamos 'arcenismo' y
cada vez que había una pequeña cola acortábamos camino por el
arcén. Tampoco pagamos las autopistas, pero es que eran de esas que
pasas por debajo y un sensor lee la tarjeta que supuestamente llevas,
claro que nosotros ni llevábamos ni nos interesamos mucho en
conseguirla, si nos paran ya preguntaremos a ver que pasa. Pues con
estas llegamos a Estambul y con el caos circulatorio de una gran
ciudad, por arte de magia llegamos al hotel sin perdernos y del
tirón, es que hay días que nos salimos.
Mezquita azul |
Nos toca un poco de descanso de la
moto, ya que mañana pasaremos el día visitando Estambul, que bien
lo merece, siempre nos quedamos con ganas de más, pero hay que
seguir, que no nos podemos entretener si queremos visitar la
Capadocia, el Pamukkale y otros tantos sitios.
Santa Sofía |
Después de un gran día turístico por
esta maravillosa ciudad, nos disponemos a salir dirección Göreme,
en la Capadocia, pero eso será en la próxima entrega.
Hasta entonces nos podeis seguir en
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