Tras un fantástico día
turístico por Estambul, nos disponemos a salir dirección Göreme,
en la Capadocia, es nuestro destino más alejado de la salida, el
situado más al este, uno de los motivos por los que vamos a Turquía
y tenemos muchísimas ganas de llegar, nos han contado que es un
sitio espectacular, mágico.
Vamos cruzando el puente del Bósforo,
en poco más de un kilómetro estaremos de vuelta en Asia, después
de cinco años de nuestro paso por Mongolia, volvemos al continente
que nos recogió en nuestro primer gran viaje, pero eso es otra
historia.
Zona boscosa por Yórükyeri |
Muy pronto nos cansamos de la autopista
y nos salimos por carreteras más comarcales, no hemos venido hasta
aquí para conducir por autopistas, y pronto vemos unos paisajes que
al menos ninguno de los dos nos hubiéramos imaginado con la imagen
desértica y calurosa de Turquía, grandes parques naturales con
enormes árboles, (nos encantaría saber que eran, pero al igual que
de mecánica, de botánica, también andamos cortitos) y pronto
desaparece el asfalto y cogemos las primeras pistas, ya nos sentimos
verdaderamente inmersos en el viaje.
Una parada para comer un bocata y
seguimos por esas carreteras de dios hasta donde nos lleven, pillamos
una que estaban asfaltando y allí no la cierran al tráfico, allí
'venga tira pa'lante' que vas a flipar como va a llegar la moto de
alquitrán, y así fue, tras unos cuantos kilómetros paramos una vez
volvemos a la antigua carretera, y las motos están negras, llenas de
bolitas y piedras embadurnadas en alquitrán. “Esto no puede ser
bueno, ¿verdad Manuel?” pregunta Javi, y Manuel responde “en
cuanto veamos una gasolinera paramos y le damos un manguerazo antes
de que esto se seque”, pues nada dicho y hecho, lo malo es que con
solo el manguerazo no sale ná de ná, nos conformamos con darle un
poco a la matricula y a las cerraduras de las maletas. “Verás tú
cuando esto se seque, nos vamos a 'jartá' de rascar” comenta
Manuel.
A Manuel se lo quieren llevar de paseo |
Javi con el panadero, el doctor y el resto de parroquianos |
Llevamos un largo rato conduciendo y es hora de parar a tomar un té o un refresquito, decidimos parar en el primer pueblo que veamos, pero no nos esperábamos la parada tan auténtica que ibamos a tener. Ya cuando paramos nos resultó un poco raro que todo el mundo nos miraba como si fuésemos extraterrestres, solo decir la palabra 'bar', y salieron diciendo “si, si, si, si sentarse aquí”, (todo esto nos lo imaginamos que decían eso, claro, de turco, hasta la fecha, igual que de mecánica o de botánica). Una mesa de plástico con cuatro sillas, que además estaba ocupada por un parroquiano, nos sentamos junto a él y poco a poco va llegando gente, de momento nos plantan dos tés sobre la mesa y se sientan con nosotros a preguntarnos cosas, pero hay un fallo, no saben hablar inglés, claro que nosotros casi que tampoco, así que llaman al Doctor del pueblo, un hombre mayor, que es el único que se podía comunicar. Un dato importante es que el Doctor, traía ya en el bolsillo de la camisa un papel con su dirección escrita, más adelante sabremos por qué. Nos presentan al panadero del pueblo que no duda en traernos un pan recién hecho, para que fuéramos picando algo con el té, “esto está 'pa' matarse Manuel”, dice Javi. ¿Queréis más té?, bueno, ya que estamos, vamos a tomarnos otro, nos hicimos un par de fotos de grupo y ahí es cuando entra el juego el papelito del bolsillo del Doctor, sí, lo traía escrito ya de antemano, este hombre es un crack. Para que le mandáramos la foto por correo ordinario que nos acabamos de hacer, estos turcos están en 'tó'. Y así iban pasando los minutos y cuando nos ofrecieron el tercer té, tuvimos que desestimarlo, pues tenemos que avanzar que ya es un poco tarde y llevamos hora y media con esta buena gente, como nos quedemos aquí no nos dejan salir en un par de días. Al salir de nuevo, nos despedía el pueblo entero desde los bordes de la carretera, está visto que por aquí no pasan demasiados extranjeros, nos han animado el día y seguro que ellos ya tienen conversación para un rato.
Tras varios intentos frustados por
acampar al aire libre, pasamos de unos bosques tremendos a una enorme
y casi interminable zona árida, llegamos a Polatli donde decidimos
quedarnos a descansar.
Salimos por la mañana temprano, como
casi siempre, y nos ponemos en marcha, hoy tenemos por delante una
visita al lago salado y lo que surja, antes de llegar a la tan
ansiada Capadocia.
En el lago salado de Tuz Golu |
Llegamos al lago salado, una de esas
paradas que queríamos hacer, bajamos las motos y rodar un poco por
Tuz Gölü fue fácil, lo complicado fue hacernos las fotos, a Javi
se le hundía la moto en el barro y la de Manuel estuvo a punto de
caer también, decididamente mejor que salgamos aquí antes de
quedarnos los dos atrapados. No nos dimos cuenta que andamos cortitos
de gasolina, pero no pasa nada, hemos visto varias cerca, paramos en
dos o tres gasolineras y... ¡no hay gasolina!, nos explican que por
allí hay mucha maquinaria de campo y que gasolina no suelen tener,
solo diesel. Pues estamos apañados. Con la reserva dándonos gritos
en las orejas por fin encontramos una, cruzamos los dedos y si!!!
estamos de suerte, esta vez nos salvamos, menos mal, porque estamos
en medio de la nada, una vez más demostramos lo previsores que
somos.
En la ciudad subterránea de Nevhesir |
Con el depósito lleno y todo en su
sitio volvemos a la carretera dirección Nevsehir, queremos
acercarnos para ver una de las famosas ciudades subterráneas de la
zona en Derinkuyu. Salimos fascinados y con poco tiempo para
comentar, queremos llegar a Göreme antes de que anochezca y al ritmo
que vamos parece que nos va a volver a coger la noche, pero eso lo
contaremos en la próxima entrega.
Hasta entonces nos podeis seguir en
Facebook en www.facebook.com/DestinoMarmara
No hay comentarios:
Publicar un comentario